Thursday 1 January 2009

El País censura comentario del Abicú

A propósito de "El legado oculto..." (II)

Por Jorge A. Pomar, Colonia


Como era de esperar, pese a identificarme con todas las señas exigidas (nombre y apellidos, email, blog, etc.), la ilustre redacción de El País censuró la versión original del post anterior. Hay varias mentiras caprichosas en el artículo de Vicent. Entre ellas, el rol de "puente entre ambas naciones" atribuido al escritor. Si acaso, Hemingway encarna al prototipo de intelectuales "liberales" más dañinos para la causa de la libertad en la Isla. [Foto de al lado: Hemingway durante sus años felices en Cojímar.]

Tampoco consta el dato sobre "la presencia de submarinos alemanes que se abastecían de petróleo en la costa norte de Cuba durante la Segunda Guerra Mundial".
Ada Rosa Alfonso, la directora del Museo Hemingway citada al respecto, pasa ahí gato por liebre con tal de culpar a Fulgencio Batista --a la sazón presidente constitucional con el respaldo de los estalinistas del Partido Socialista Popular (PSP) y fiel aliado de Washington-- de colaboración clandestina con el nacionalsocialismo alemán.

Un invento gratuito y tardío de la compañera museóloga. En realidad, el principio de la contienda los sumergibles del almirante Doenitz, que repostaban en países simpatizantes como Brasil, Chile, Uruguay y Argentina (por ese motivo incluidos en la lista correspondiente del FBI), merodeaban frente a la Costa Oriental, haciendo estragos entre los cargueros que zarpaban sin escolta hacia el Reino Unido. Hasta donde recuerdo, Hemingway no alude a tamaña sospecha en Islas en el golfo,
su novela sobre el tema.

Errol Flynn sobre Fidel Castro (en inglés)



Por otro lado, la colaboración con la casa museo cubana se remonta a su fundación a raíz del suicidio en 1961 del narrador en Ketchum, Idaho, donde significativamente residía desde 1960. Sin duda, la mudanza guarda relación con el diagnóstico positivo de cáncer emitido por el facultativo, pero igual se conjetura lo siguiente: devino en discreto adversario del Kremlin al final de sus zigzagueos ideológicos.

En verdad, el autor de Por quién doblan las campanas había adjurado de su edulcorada visión del bando republicano en la Guerra Civil española y de sus coqueteos con el marxismo hasta bien entrada la década de los años 40. Pero se sabe que nunca llegó a portar carné de camarada y ni siquiera fue citado a declarar ante el Congreso por McCarthy, el martillo de herejes ñángaras ¡Cuánta razón tenía el obstinado senador de Wisconsin! En consecuencia, es de suponer que Hemingway no veía con buenos ojos el color rojo que estaba tomando a la carrera aquella "Revolución verde como las palmas" pregonada por el Máximo Líder en el 59.

Errol Flynn en el papel de Robin Hood (en inglés; verde le sobra,
gorra y mostacho gasta; humor guerrilero, similar utopía y
composición social de la banda de Sherwood, sólo se echa
de
menos la barba florida y las consecuencias reales del lema
"robar a los ricos para dárselo a los pobres")




Cierta o falsa la conjetura, en todo caso es obvio que ya en el 60 La Habana había dejado de ser una fiesta para un aventurero literario como Hemingway, alérgico a cualquier ortodoxia y estampa viviente del americano individualista hecho por sí mismo.

Tal vez no tanto como Herbert Matthews (reportero del New York Times que catapultó a Fidel a la fama mundial en 1957 con un reportaje fotográfico en el que se dejó engañar como un mongo por el entrevistado) y muchísimo menos que a sus actuales epígonos en Estados Unidos, lo que fascinaba a Hemingway en el jefe guerrillero de la Sierra Maestra era la imagen carismática del Robin Hood hollywoodense a lo Errol Flynn, no así la del líder dogmático en ciernes. El desenfadado Vicent peca por exceso de entusiasmo al atribuirle un supuesto rol ampliado de puente cultural en la era Obama. Trátase de un asunto eminentemente geopolítico.

Y si de algo no cabe la menor duda, es que el Hemingway genocida seguirá tan ausente de los programas escolares del MINED y de los brindis con mojito, cuba libre y daiquirí en el Floridita, Las Terrazas y la Bodeguita del Medio como de la vista de los habaneros que peinan canas el sinfín de bares, tabernas y fondas esfumados de los alrededores del Hotel Ambos Mundos en La Habana Vieja de hoy, donde su recuerdo de sus andanzas es el segundo negocio hagiográfico estatal con célebres difuntos extranjeros después del guerrillero Che Guevara y antes del escarabajo John Lennon.

Decididamente, la Cuba que embrujaba al autor de El Viejo y el mar no podía ser ni atrás ni alante la que nacía con cesárea marxista cuando su yate se perdió del Morro para siempre jamás. Sino justamente aquella isla en el golfo exótica, espontánea, pletórica y hedonista a la que --tal vez por conveniencia mediático-existencial pero no sin placentera devoción-- donara la codiciada presea dorada del Nobel en 1954, o sea, en pleno apogeo del Batistato golpista y un año después del fatídico asalto al cuartel Moncada.

Errol Flynn vacilando en la disoluta Habana aún hemingwayana
del 59 que, según la fantasía del actor, debía cambiar
for the better como la Inglaterra del siglo XV (en inglés)



En la Cuba policiada del "hombre nuevo", la libreta de abastecimiento, el apartheid turístico, los Comités de Defensa de la Revolución y las Marchas del Pueblo Combatiente (visible en esta foto del Carnaval de Santiago del 2008), el aventurero nihilista, existencialista, excéntrico, alcohólico y maniaco-depresivo, difícilmente habríase sentido a gusto, lo que se dice en su elemento.

Amén de que, en vez de cazar submarinos nazis o pescar agujas a pulso, habría tenido que dedicar a rescatar balseros de entre las fauces de los tiburones en el estrecho de La Florida. Antes a buen seguro le gustaba poco el gobierno burgués pero muchísimo la vida en la Isla. Ahora quizás le seguía gustando el gobierno revolucionario pero cada vez menos la vida en la Isla.

Paradojas neoprogresistas. Sin contar que la orgía de sangre del "Carnicero de la Cabaña" (Guevara) le traía malos recuerdos, que deseaba olvidar, de sus proezas como matarife voluntario al servicio de una Résistance Française que él sabía por experiencia propia tan cruel, fratricida, mitificada e instrumentada por la agitprop (agitación y propaganda) del Komintern como la Guerra Civil española. Por lo demás, haber merecido la censura de El País es un inmenso honor, una deferencia que mi Alter Ego agradece de todo corazón.

3 comments:

Anonymous said...

prueba de nuevo y vá y cuela...
saludos
Embabia Pérez

Sharpshooter said...

Abicu,
hay un pequeño error en tu posting. El Almirante Canaris no estaba a cargo de los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Wilhem Canaris era el jefe de la Abwehr, el departamento de Inteligencia del ejercito. El Almirante Karl Doenitz era el jefe de los submarinos U-boats bajo el mando de Eric Raeder El Almirante jefe de la Kriegsmarine.
No me sorprende que El Pais te haya censurado, despues de leer sus asquerosas cronicas sobre el 50 aniversario de la Robolucion. Mauricio Vicent debia de ya de presentar los papeles para su membresia honoraria en el Partido Comunista de Cuba.

Jorge A. Pomar said...

Gracias, Farinas. En realidad, no consulté el dato antes de subir el post. Enmiendo el error.

Acabo de ver hoy miércoles 6 de enero en Arte un documental sobre el L Aniversario que bate todos los récords de babeo progre e incompetencia académica, periodística e ideológica.

Al lado de los tres expertos invitados al estudio Vicent es un dechado de inteligencia e imparcialidad.

Saludos,

El Abicú